martes, 29 de mayo de 2007

CARTA DEL PÁRROCO DE MENDAVIA

Por su interés, publico la carta envida a Diario de Navarra por el
párroco de Mendavia, Domingo Urtasun. No tiene desperdicio.
A quien concierna
He recibido una carta sin remite y sin firma, a la que contesto
públicamente, con la esperanza de que sea leída por los interesados.
Mi primera impresión fue de sorpresa. Pero después de releerla
detenidamente no dudé en pensar que lo que tenía en mis manos era un panfleto del más
rancio corte estalinista. Esto se desprende ya desde el primer párrafo
que dice literalmente: «Nos dirigimos a Vd. porque venimos constatando su
inhibición y escaso interés en la defensa de la Iglesia Vasca». ¿Desde
cuándo existe la «iglesia vasca»? ¿Quién es el fundador de tal iglesia?
¿Quiénes son sus autoridades? ¿En qué lugar de Euskal Herría
residen?... No alarguemos inútilmente este interrogatorio. Yo he sido bautizado en la
Iglesia Católica, que tiene su origen y fundamento en Jesucristo. Mi
Obispo y el Papa son mis autoridades. Y todos mis esfuerzos están orientados
en esa dirección. Por otra parte, ¿quiénes son Uds. para pretender «obligarme
a trabajar más activamente por una Euskal Herría libre, soberana e
independiente», como afirman en su carta? Desde mi infancia aprendí que
mi patria es España. En ella he crecido, en ella vivo y en ella espero
morir, si Dios quiere. No estoy, en absoluto, por la labor de establecer
nuevas fronteras, sino más bien por derribar muros y mugas que nos separen.
Tienen la desfachatez de señalarme algunas tareas, como por ejemplo:
«poner nombres vascos a los que se bautizan». Señores míos, ¿de verdad que
hablan en serio? ¿Estarían dispuestos a aceptar que el cura pusiera los
nombres a sus hijos? No me lo puedo creer. Para darle consistencia a tan absurda
proposición citan «el comportamiento ejemplar de muchos curas
patriotas». Yo pensaba que este lenguaje obsoleto y arcaico, y este afán por promover
«iglesias patriotas», sólo se daba en la extinta Unión Soviética y en
los países de su órbita comunista, sin excluir la China de Mao Tse-Tung.
Esto me suena a manual de Marxismo-Leninismo para principiantes.
Finalmente, su atrevimiento llega hasta «pedirme, también, el voto para
H.B. ¡Qué más da cómo nos llamen los fascistas.!» Pues va a ser que no.
Sería lo último que se me pudiera ocurrir. ¿Cómo voy a votar por quienes no son
capaces de condenar la violencia que asesina indiscriminadamente, y no
sienten ningún escrúpulo al profanar los humildes monumentos que el
pueblo erige en recuerdo de las víctimas del terrorismo, como acaba de suceder
en Berriozar con el monumento a Francisco Casanova, a quien me
correspondió enterrar? Es como volver a asesinarlo de nuevo. De verdad que no me
resulta ilusionante colaborar con sujetos de semejante catadura moral.
Domingo Urtasun, párroco de Mendavia

2 comentarios:

Bermauntier dijo...

Estúpidos, y sinvergüenzas. La primera vez en mucho tiempo que le doy la razón a un cura.

Anónimo dijo...

¡Con dos cojones!